En Colombia por lo menos 80.000 personas han sido víctimas de desaparición forzada, una forma de violencia que produce terror y causa un sufrimiento prolongado y, que como explica el Centro Nacional de Memoria Histórica – CNMH, “altera la vida de las familias por generaciones y paraliza a comunidades y sociedades enteras”.
Cada 30 de agosto el mundo habla sobre este fenómeno que se utiliza como estrategia para generar miedo en los ciudadanos y que puede ser producto de dictaduras militares o situaciones de conflicto interno, una historia que viven al menos 85 países en todo el planeta.
¿A quiénes afecta?
La desaparición forzada no solo afecta a las propias víctimas, también a sus familiares, amigos y a la comunidad que los rodea. Desde la Uniagustiniana te ayudamos a entender por qué esto es mucho más que una violación de los derechos humanos.
Según la Organización de las Naciones Unidas, ONU, por un lado, las víctimas muchas veces son torturadas y siempre están temerosas de perder la vida; por el otro, los miembros de la familia no saben la suerte que corren sus seres queridos y sus emociones se mueven entre la esperanza y la desesperación aguardando, a veces durante años, noticias que podrían nunca llegar.
Incluso si la muerte no es el desenlace final y regresan a su entorno, las víctimas pueden sufrir durante largo tiempo las cicatrices físicas y psicológicas de esta forma de deshumanización y de la brutalidad y la tortura a la que se deben enfrentar. Esto sin contar que en entornos como el del conflicto armado colombiano, el simple hecho de indagar por sus seres queridos los puede exponer a un peligro aún mayor.
Consecuencias materiales
Aquí la ONU explica a la perfección la angustia de la familia que se ve intensificada con frecuencia por las consecuencias materiales que tiene la desaparición: “El desaparecido suele ser el principal sostén económico de la familia. También puede ser el único miembro de la familia capaz de cultivar el campo o administrar el negocio familiar. La conmoción emocional resulta agudizada por las privaciones materiales, agravadas a su vez por los gastos que hay que afrontar si los familiares deciden emprender la búsqueda.
En algunos casos, la legislación nacional puede hacer que sea imposible recibir pensiones u otras ayudas si no existe un certificado de defunción. El resultado es a menudo la marginación económica y social”.
En ese sentido las privaciones económicas afectan con más frecuencia a las mujeres, pues son ellas las que están a menudo al frente de la lucha para solucionar las desapariciones de miembros de su familia, sufriendo intimidación, persecución y represalias. Además, cuando las mujeres son las víctimas de desapariciones, se hacen particularmente vulnerables a la violencia sexual y de otro tipo.
Los niños, explica la ONU, también pueden ser víctimas directa e indirectamente. La desaparición de un niño contraviene claramente varias disposiciones de la convención sobre sus derechos, incluso su derecho a una identidad personal. Privar al niño de uno de sus padres a causa de una desaparición es también violar gravemente sus derechos.
Los rostros de la desaparición
“Miles de familias colombianas se levantan cada día sufriendo la ausencia de sus seres queridos y la incertidumbre que produce la falta de noticias o de evidencias que den cuenta de qué sucedió con ellos. Los familiares y allegados de las personas desaparecidas viven sumidos en un dolor que no da tregua y no se alivia, que les mantiene condenados a una espera prolongada e impide que sus vidas transiten tranquilamente”, explica el CNMH. Aquí puedes consultar información local con lo que encontró la Comisión de la Verdad sobre este tema.
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