En el Día Internacional de las Trabajadoras del Hogar reivindicamos los derechos de las personas que dedican su vida al trabajo doméstico remunerado y no remunerado, haciendo un llamado a realizar acciones a diario que dignifiquen su oficio.
Según los datos recogidos por la Cepal y la Organización Internacional del Trabajo, OIT, se estima que de entre los 11 y 18 millones de personas que se dedican al trabajo doméstico remunerado en América Latina y el Caribe, el 93 % son mujeres.
Solo en la región, el 77,5 % de las mujeres que se dedican a esta labor lo hacen de manera informal y entre el 10,5 % y el 14,3 % se encuentra en condiciones precarias, sin acceso a ningún tipo de protección social.
La dignidad de las trabajadoras del hogar
Las labores domésticas son quizá el oficio más exigente y menos reconocido por la sociedad. Hoy en el mundo las trabajadoras del hogar prestan servicios para el cuidado, la limpieza y la preparación de alimentos, pero en un gran porcentaje sus contrataciones se hacen al margen de obligaciones laborales básicas, que van desde las prestaciones sociales hasta los tiempos de descanso.
Justamente sobre este tema los movimientos sociales y organizaciones de trabajadoras del hogar consideran fundamental la celebración de este día, porque tiene como objetivo poner en la discusión pública su realidad, una en la que discriminación sistemática es protagonista, llamando así la atención ante la indiferencia social.
Y es que debido a que muchas de las personas vinculadas al sector del servicio doméstico en la región han sido principalmente mujeres indígenas y afrodescendientes, se ha profundizado la discriminación, y como explica la ONU, se ha dificultado transformar la visión de explotación histórica y posicionar el principio de que el Estado y el empleador deben garantizar los derechos laborales en el trabajo doméstico como los que tienen otros empleos y asegurar el trabajo decente.
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Ley Vs. realidad
Si hablamos de legislación, Colombia ha avanzado en materia de derechos a través de la Ley 1788 de 2016, “por medio de la cual se garantiza el acceso en condiciones de universalidad al derecho prestacional de pago de prima de servicios para los trabajadores y trabajadoras domésticas”, pero la realidad es otra.
Las cifras oficiales del pago no oportuno de la prima, que el Ministerio de Trabajo tomó de la Encuesta Integrada de Hogares que realiza el Dane, dan cuenta de que el 79,2 % no recibe este dinero a tiempo y eso cuando lo recibe.
No reconocer esta labor con todas las características de un empleo tradicional, atenta contra la dignidad humana, pues las personas que ejercen este trabajo son las responsables de realizar las tareas del hogar y el cuidado de otras personas, dejando de lado sus proyectos personales para priorizar el bienestar de terceros.
El papel de la mujer
El trabajo doméstico no remunerado y remunerado es central para la “sostenibilidad de la vida humana” y para el funcionamiento de los hogares, la economía y el conjunto de la sociedad. Tradicionalmente ha recaído en manos de las mujeres, a quienes la sociedad responsabiliza de llevar adelante las tareas del hogar y el cuidado de todas las personas, relegando en muchos casos sus proyectos personales, entre ellos, la posibilidad de acceder al mercado laboral.
En América Latina y el Caribe, una de las regiones más desiguales del mundo, parte importante de la desigualdad se sostiene en base al mercado laboral segmentado que discrimina a las mujeres por ser responsables de los cuidados.
Este mercado condiciona la inserción de las mujeres y sus opciones de empleo a las alternativas que permitan gestionar la conciliación, a la vez que genera en el empleo doméstico una de las pocas alternativas de empleo precario a la que pueden optar las mujeres que no han podido avanzar en la educación o no han tenido acceso a formación profesional”.
Con información de: ONU MUJERES
